Ocurrió en 2106. La víctima tenía 16 años. El caso impulsó el primer paro nacional de mujeres. Los acusados volverán a ser enjuiciados hoy tras ser liberados en un primer proceso
Lucía Pérez, de 16 años, le preguntó a su amiga Belén si conocía a alguien en Mar del Plata que vendiera marihuana. Quizás algo ingenuamente, la amiga le contó que justo el día anterior había charlado en el kiosco donde trabajaba con un joven que, según le había dicho, vendía drogas.
Ese hombre, por entonces de 23 años, era Matías Gabriel Farías. Su trabajo oficial era de pintor en una cooperativa, pero además menudeaba cocaína y marihuana prensada. Había entrado al kiosco de Belén directamente para “piropearla”. Anotó su teléfono celular, la invitó a salir y le ofreció drogas. Ese mismo día, unas horas después, Lucía le escribió desde el teléfono de su amiga para comprarle porro y el dealer le dijo que al otro día se lo llevaba a la puerta de la escuela. Eso hizo.
Menos de 24 horas más tarde, Pérez moriría en la cama de la casa de Farías, en el barrio Alfar. El hombre, junto a dos cómplices, la llevaría desvanecida a una sala de atención primaria cercana. No había nada más que hacer.
El crimen de Lucía Pérez generó estupor hace seis años y unos meses. Por un error de interpretación en la autopsia forense, la fiscal de instrucción del caso, María Isabel Sánchez, había dicho que a la menor los presuntos asesinos la habían “empalado”.
Esa falla fue una de las llaves que encontraron los jueces del Tribunal Oral N°1 de Mar del Plata -Facundo Gómez Urso, Pablo Viñas y Aldo Carnevale- para absolver a finales de noviembre de 2018 a Farías y al cómplice Juan Pablo Offidani (41 años al momento del hecho) del delito de abuso sexual.
Los magistrados se metieron en un lío. Consideraron no sólo que la relación sexual entre un mayor que le dio drogas y una menor que las aceptó había sido consentida. También calificaron de mal desempeño de la fiscal Sánchez, la acusaron de condicionar a la opinión pública al instalar lo del “empalamiento”, estigmatizaron la vida privada de Pérez, usaron los chats que la chica tuvo con sus amigas y con Farías para asegurar que la relación sexual fue de común acuerdo y destacaron que el más joven de los imputados la llevó al hospital después de desvanecerse. Así que sólo los condenaron por la venta de drogas en la puerta de la escuela a la que asistía la víctima.
El fallo de los jueces fue un escándalo que llevó al Tribunal de Casación bonaerense a anularlo en 2020 y ordenar que se haga un nuevo juicio para determinar las responsabilidades de los imputados y, además, iniciar un juicio político contra los integrantes del Tribunal Oral 1.
Este martes, entonces, comenzará a las 9 en Mar del Plata un nuevo juicio contra Farías y Offidani. El Tribunal N°2, integrado por los jueces Gustavo Fissore, Alexis Simaz y Roberto Falcone deberán definir la responsabilidad penal de los dos hombres, acusados del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso real con femicidio, que contempla una pena de prisión perpetua.
Belén y Lucía se subieron al vehículo gris que ocupaban los dos adultos, hicieron algunas cuadras juntos, Farías le pasó a Pérez una bolsita con lo que se conoce como un “25″ -una pequeña piedra de marihuana prensada que supuestamente
25 gramos- y la menor le dio 100 pesos.
Inmediatamente, Farías las invitó a la casa pero las chicas dijeron que no. Y segundos más tarde se bajaron de la camioneta que conducía Offidani. Según la investigación de la fiscal Sánchez, que incluye el testimonio de Sol, otra amiga de Belén que pasó por la misma situación ese mismo día con Farías, lo que hacía el acusado era la captación de jóvenes a sabiendas de su vulnerabilidad y de que eran menores (aunque Lucía, en el primer contacto con el acusado le miente y le dice que tiene 17, según consta en las pericias hechas a los celulares).
Unas horas más tarde, Farías retomó el contacto con Lucía por WhatsApp. Le dijo que su amiga Belén se hacía “la difícil” y le preguntó a ella si sus padres la dejaban salir sola. En esa charla acordaron volver a verse el sábado 8. Farías le prometió venderle 50 gramos de marihuana prensada a 100 pesos en lugar de 200.
Según la investigación, la intención de Farías era otra: que Lucía fuera a su casa. Ese viernes, a las tres de la tarde, Farías le insistió a Pérez para que eso ocurriera. “Fijate si querés venir, te paso a buscar y después te dejo en tu casa”, le puso el acusado. La chica le dijo que no podía ese día y el hombre la apuró: “Es corta, querés que nos veamos sí o no”, insistió Farías durante varios minutos en los que le dijo: “Es para que estemos un toque juntos”; “Nos tomamos un fernet y nos conocemos un poco más y cuando quieras ir te dejo en la puerta de tu casa”.
Lucía le propuso verse el sábado. Puso varias razones, entre otras que no tenía los 100 pesos encima. Farías insistió todo ese viernes al teléfono de Pérez hasta que ella dejó de responderle.
A la mañana siguiente retomaron la charla y Lucía le dijo que tenía el dinero y le propuso encontrarse para comprarle marihuana. Para la fiscal “Farías propició el encuentro con el fin de obtener un desahogo sexual” y las drogas en su poder “eran como una zanahoria delante de un burro”, que le daba poder para captar a las adolescentes.
Entonces Offidani, que según se comprobó en las pericias a sus teléfonos estaba al tanto de las conversaciones entre Farías y la menor, pasó a buscar a Lucía por su casa y la llevó a donde vivía su “compadre”, en la calle Racedo.
La autopsia determinó que Lucía murió por un edema y congestión pulmonar con una alta probabilidad de intoxicación por cocaína. También quedó comprobado que la menor mantuvo relaciones sexuales con el acusado antes de morir.
Las heridas encontradas en el cuerpo de la víctima fueron de “carácter vital”. Para la fiscal de instrucción, la falta de consentimiento de Lucía para mantener relaciones sexuales está dada porque “a partir del consumo de sustancias estupefacientes provistas por su agresor sexual, esta no pudo consentir libremente la acción”.
Como las heridas genitales encontradas en el cuerpo de la víctima no permiten confirmar la falta de consentimiento, para Sánchez es necesario analizar el contexto en el que se desarrollaron los actos. Y para su investigación, Farías lo único que buscaba era tener sexo y que usó las drogas para poner a la víctima en estado de indefensión.
Lucía murió en la cama de Farías. El transa llamó a Offidani, que hacía rato le estaba mandando mensajes para saber “cómo le estaba yendo” con Pérez. Y también llegó Alejandro Maciel. Entre los tres lavaron el cuerpo y lo llevaron a la sala de atención de Playa La Serena.
Según declaró Offidani, Lucía estaba acostada en la cama “perfectamente vestida y desmayada”. Mientras tanto, los tres hombres hicieron desaparecer todo rastro de drogas de la casa menos los que estaban en los orificios nasales de Pérez. Un día más tarde, Farías y Offidani fueron detenidos y enviados a prisión preventiva. Y menos de una semana después, la policía encontró a Maciel (59 años en ese momento) escondido en hotel de Santa Clara del Mar.
Después vendría el enojo social. El crimen de Lucía propició el primer paro nacional de mujeres de la historia. Farías y Offidani siguieron en prisión, pero fueron beneficiados con una pena de ocho años gracias al polémico fallo sin perspectiva de género del Tribunal Oral 1 de Mar del Plata. Maciel fue condenado por encubrimiento, se enfermó de sarna en la cárcel, obtuvo la prisión domiciliaria y murió.
El juicio que se inicia este martes durará hasta finales de febrero. Se estima que declararán 40 testigos y que será clave el testimonio de los peritos forenses para determinar la situación en la que la menor murió en la cama de Farías, quien podría ser condenado a prisión perpetua de ser hallado culpable.

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