A 39 años del inicio de la Guerra de Malvinas, las enfermeras que cumplieron con su deber en el área de conflicto cuentan como se las silenció durante años. Una de ellas comentó: "Hubo hasta médicos que trabajaron con nosotras y luego lo negaron".
Fueron días duros, de frio y miedo. De distancia, pero también de cumplir con el deber y defender la tierra soberana. Todas las sensaciones se le cruzan en el cuerpo a Alicia Reynoso, cada 2 de abril, cuando se recuerda el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, una fecha que rememora el desembarco de 1982 de tropas argentinas en nuestras islas.
Reynoso sabe bien de aquellas épocas, porque por su condición de enfermera hoy puede contar lo que vivió como veterana. “Muchos quisieron hacer de cuenta que no existimos, pero somos catorce veteranas de guerra reconocidas por el Congreso de la Nación con medalla y diploma. Cuando se desató el conflicto de Malvinas, nos ordenaron ir a las islas y al llegar a Comodoro Rivadavia, la orden fue que trabajemos en el hospital de campaña de esa ciudad para tratar a los heridos que llegaban de las islas”, recuerda.
Ya en 1980 la Fuerza Aérea incorporó las primeras mujeres con estado militar, las veteranas formaron parte de esa incipiente decisión. Todas trabajaron en el Hospital Aeronáutico Central, como enfermeras militares.
Como instrumentadora Reynoso trabajaba en un área muy sensible, el quirófano, de ese tiempo recuerda: “Lo que recuerdo de ese momento es que estábamos eufóricas como la mayoría del país, porque creíamos que habíamos recuperado las Islas”. Dos semanas antes de su traslado, el país se había volcado a la Plaza de Mayo para pedirle la dimisión al presidente de facto, Leopoldo Fortunato Galtieri. “Ese 2 de abril muchos vitoreaban la recuperación de las Malvinas, esa catarata de sensaciones nos encontró al llegar a destino, sentíamos que poníamos el cuerpo por la Patria, por eso fuimos”, explicó la veterana a este portal.
“Atendíamos a niños de 18 o 19 años- rememoró la enfermera-, los curábamos pero además teníamos que contenerlos, éramos la primera cara amigable que veían. A la vez, cada una de nosotras aprendimos muchas de estas cosas sobre la marcha, porque éramos muy jóvenes también”. Como muchas de sus compañeras, Reynoso siente que por varias décadas intentó silenciarse la existencia de mujeres en combate, “esa ha sido nuestra lucha desde que volvimos”.
No fue hasta abril del año pasado que la sociedad argentina empezó a hablar de las veteranas, con nombre y apellido. En esa fecha se conoció “Nosotras también estuvimos”, un documental en el que Federico Strifezzo rescató aquella memoria olvidada en el baúl de la memoria patriarcal y puso en el centro la lucha de las enfermeras de Malvinas por ser reconocidas. Y aunque por el Covid-19 no pudo estrenarse en esa fecha, hoy podra comezar a verse.
Sobre esa otra gesta, Reynoso explicó: “Cuando en 2010 empecé a reclamar visibilidad como veteranas, lo primero que recibí maltratos, agravios y amenazas. Por mucho tiempo fuimos las olvidadas de la guerra, y hubo hasta médicos que trabajaron codo a codo con nosotras y nos niegan, pero ya no pueden hacerlo. Nuestra pelea no fue por una pensión, yo trabajo, pero la deuda con las mujeres es de honor”.
En pos de contar la historia real, Reynoso escribió “Crónicas de un olvido”, un libro que trata sobre la participación de la mujer en el hospital de Rivadavia. Las vivencias, las miserias de la guerra y lo que vio entre sus compañeros. “Muchos venían para ser curados y querían volver a las trincheras para cuidar a sus hermanos o amigos”, dice. Ella que como un puñado de otras mujeres, cumplió en defender la soberanía y que hoy también merecen ser reconocidas.