Mauro Nahuel Novelino, un peligroso narco con varias causas judiciales, irá a juicio también por amedrentar al intendente de Venado Tuerto. “Balas para todos”, fue una de las polémicas frases que escribió desde su celda en Marcos Paz.
Desde el comienzo de la pandemia, el uso de celulares en las cárceles empezaron a darle dolores de cabeza a la Justicia. En Santa Fe, el gobernador denunció en reiteradas oportunidades que los presos siguen manejando las redes de narcotraficantes desde su celda. Justamente en esa provincia, un capo narco utilizaba su teléfono no solo para vender droga, sino también para amedrentar a los funcionarios del poder político.
En las últimas horas, el fiscal federal de Venado Tuerto, Javier Arzubi Calvo, pidió la elevación a juicio contra un hombre que desde la cárcel federal de Marcos Paz había amenazado al delegado departamental del Ministerio de Seguridad, Sergio Carlos Maidana, y al intendente municipal, Sergio Leonel Chiarella. El acusado fue identificado como Mauro Nahuel Novelino, un peligroso narco con un extenso prontuario delictivo.
Todo comenzó el 24 de enero, cuando Maidana presentó una denuncia después de recibir mensajes intimidatorios a través de WhatsApp. El remitente se identificó con nombre y apellido y le advirtió sobre posibles ataques armados dirigidos a Chiarella y otros funcionarios si no se cumplían ciertas demandas.
“¿Tenes contacto con los de arriba? Deciles que me dejen de trasladar de acá para allá por [que] hay balas para todos. Empezando por Chiarela. ¿Ok?” (sic), fue el mensaje que recibió a su celular.
La investigación condujo a la identificación de Novelino, quien se encontraba cumpliendo prisión preventiva por delitos de asociación ilícita y comercio de estupefacientes agravado. La evidencia demostró que el narcotraficante tenía acceso a celulares dentro de la cárcel, lo que le permitía mantener activas operaciones delictivas desde su lugar de detención.
Además de la amenaza a funcionarios, la pesquisa reveló que Novelino seguía administrando la venta de drogas en Venado Tuerto, incluso manteniendo una comunicación romántica con Lucía Estefanía Uberti, su entonces pareja, quien también estaba presa por ser parte de la banda “Los Monos”.
El modus operandi del narco involucraba la compra de cocaína en Córdoba a través de un policía jubilado y de Ingrid Roxana Florindo, su proveedora. También se descubrió que Novelino compraba armas y mantenía una red de sicarios. A través de sus celulares, intercambiaba mensajes sobre precios y detalles para llevar a cabo crímenes o amenazas.
Estos mensajes documentaban la compra y venta de drogas, estableciendo precios, cantidades y puntos de encuentro. Novelino, a pesar de estar tras las rejas, se había convertido en un narcotraficante virtual, utilizando la tecnología como un canal para perpetuar su negocio ilegal.
En las conversaciones por WhatsApp, el hombre ofrecía una variedad de sustancias ilegales, desde cocaína hasta marihuana, a potenciales clientes. Establecía acuerdos de entrega y concretaba transacciones monetarias.
Novelino y su novia tenían como costumbre firmar la droga que vendían. A los panes de cocaína le ponían sus iniciales “LN”. O la corona de un rey. También una tijera para graficar que esa droga estaba “cortada”, como se suele decir a las sustancias que están adulteradas.
Además de la “narcovirtualidad”, Novelino también utilizaba más de 10 dispositivo que tenía a su disposición para coordinar acciones violentas y amenazas contra aquellos que se interponían en su camino. La evidencia recopilada revelaba planes de agresiones físicas, extorsiones y atentados, todo mientras se encontraba recluido en la cárcel.
Un hombre con un largo historial delictivo
Nahuel Novelino tiene un largo historial delictivo. Según se pudo saber de fuentes oficiales del Ministerio Público Fiscal, tiene cuatro causas federales: una por venta de droga; otra por ordenar balaceras desde la cárcel y que está en etapa de juicio; una por asociación ilícita; y la última, por amenazas.
Está preso desde 2016 por cometer tres robos calificados. En abril de ese año, escapó de la Comisaría 2º de Venado Tuerto. Al hombre lo encontraron dos días después en la terminal de micros Mariano Moreno de Rosario y quedó detenido en una cárcel provincial.
En 2019, la Justicia inició una investigación por venta de drogas en la zona y descubrió que Novelino estaba involucrado en la causa. Desde ese entonces, está detenido en penales federales. Primero estuvo en el penal de Resistencia, Chaco. Luego, pasó a la cárcel de Rawson. En diciembre del 2022, se dispuso el procesamiento en su contra y fue trasladado a la de Marcos Paz. Dos semanas después, realizó las amenazas a los funcionarios.
Novelino enfrentará ahora un juicio por el delito de “coacciones agravadas por tener como propósito la obtención de alguna medida o concesión por parte de cualquier miembro de los poderes públicos”.
Los encuentros románticos virtuales que tenía con su novia
Las conversaciones entre Novelino y su novia Lucía Estefanía Uberti ocuparon más de 5.200 páginas, mostrando no solo sus actividades ilícitas, sino también sus momentos de distensión, compartiendo encuentros íntimos y entretenimiento a través de videollamadas.
De acuerdo a los datos que figuran en el expediente, todas las noches preparaban la cena y luego se unían virtualmente a través de Whatsapp, Snapchat o Facebook, para estar juntos.
Esos encuentros eran su momento de “distinción”, en el que ambos se divertían usando distintos filtros animados. Todo esto quedó registrado en las fotos que guardaban. A pesar de que las imágenes en sí no son de interés para la causa, dan cuenta de la estrecha relación que Novelino mantenía con una de las narcos involucradas en la famosa banda que atemoriza a Santa Fe, “Los Monos”.