Se cumplen 20 años de la inolvidable final de Roland Garros entre Gastón Gaudio y el venadense Guillermo Coria. La primera (y única) definición de Grand Slam entre tenistas argentinos, en el estadio Philippe Chatrier, que finalizó con el emocionante título del "Gato". Una huella imborrable en la historia del deporte sudamericano todo.
A lo largo y ancho del país, los televisores se prendieron como nunca antes para ser testigos de un apasionante desenlace entre dos personalidades opuestas. Gaudio y Coria se habían enfrentado en diversas ocasiones. Siempre envueltos en idas y vuelta, incluídas chicanas y provocaciones.
Un clásico que atrapó a diferentes generaciones y tuvo un final de película. Primero se midieron en la final 2001 de Viña del Mar, Chile, donde el de Venado Tuerto se impuso y celebró emulando el característico festejo de Marcelo Salas, exdelantero del River Plate de mediados de los ´90. Días después, en Buenos Aires, el muchacho del conurbano devolvería gentilezas con un baile incitante y vestido de Independiente.
Llegarían dos triunfos más del "Mago" en 2003. Una en Buenos Aires y otra en las semifinales del Masters Series (hoy M1000) de Hamburgo, donde el nacido en Adrogué invitaría a pelear a su coterráneo, luego de que este último se acercara rengueando a la red. "¿Qué te pasa? Si mirás mal te c*** a trompadas, gil”, llevando la pelea a un lugar sin retorno.
No obstante, este derby tendría un capítulo más. Nada menos que en una final de Roland Garros 2004, torneo anhelado por todos, pero mucho más por los jugadores argentinos, criados especialmente sobre esa superficie.
Coria, con un estilo de juego hecho y derecho para el polvo de ladrillo, por entonces número tres del mundo, era el rival a vencer y se plantaba como uno de los candidatos al título. Muy diferente era el cantar de Gaudio, Nº 45, de revés a una mano, que derrochaba clase pero que mucha veces era traicionado por sus propias emociones y gritos que se convirtieron en parte del anecdotario popular.
Sin embargo, en términos futbolísticos, los clásicos son partidos apartes. Y así fue. Coria comenzó encendido y rápidamente tomó ventaja de 2-0 en sets. Cuando parecía tener el control absoluto del partido, y se encaminaba hacia su conquista más preciada, Gaudio inició la remontada. Los nervios se apoderaron de su rival y se notó. Drama no faltó. Puntos extraordinarios tampoco.
Luego llegaron los calambres de Coria. Aquellos de los Gaudio descreía. La historia se puso 2-2 en sets y el quinto parcial fue una batalla infartante. Ambos necesitaban desahogarse para cerrar con alegría una grieta de mucho tiempo. El santafesino, para colmo, falló dos match points, ambos por milímetros, y la Copa de los Mosqueteros cayó para el lado del ex5º del mundo.
"Papi, mami, los amo", deslizó el flamante vencedor a pie de cancha apenas tomado el micrófono. Así, con tintes novelísticos, se cerró una historia que excedió al tenis y que, al día de hoy, sigue estando en el boca a boca de todos. El resultado final fue 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6 para quien se convertiría, gracias al logro, en 10º del mundo.
Antes de la final, Gaudio, sin ser preclasificado, había vencido a su compatriota Guillermo Cañas, al checo Jiri Novak (14°), al sueco Thomas Enqvist (65°), al ruso Igor Andreev (77°), al australiano Lleyton Hewitt (12°) y al argentino David Nalbandian (8º).
Todo antes de la Era Nadal. Esa que le puso un candado a los foráneos al Bois de Boulogne. Esa que por estos días se abre y se cierra.