El medallista olímpico estaba retirado hace años, pero la pasión tocó a su puerta y volvió a sus raíces. Pasó de solo jugar con amigos a dominar y campeonar otra vez.
Tras un largo silencio en el ámbito deportivo, Walter Herrmann sorprendió al mundo del básquet en septiembre de 2011 al anunciar su regreso, aunque esta vez no lo hacía para competir en los grandes escenarios, sino por puro placer. Antes de su regreso, Herrmann había recibido propuestas económicas difíciles de rechazar, como un contrato firmado por el Club Piratas de Quebradillas, de Puerto Rico, que le presentó la exestrella puertorriqueña Jerome Mincy en diciembre de 2010. Equipos de renombre como Libertad de Sunchales y Atenas de Córdoba también intentaron ficharlo, al igual que los Minnesota Timberwolves de la NBA. Sin embargo, rechazó cada una de estas ofertas.
La razón detrás de estas decisiones no fue puramente económica o deportiva. Herrmann vivía una etapa de reconstrucción personal, alejado del básquet profesional desde mediados de 2010, cuando dejó el Baskonia, club con el que se consagró campeón de la Liga Española. Durante este tiempo, reconstruyó una casa familiar en Venado Tuerto, abrió un negocio local y viajó frecuentemente a España, donde vivía su esposa, Elena. El basquetbolista dejó claro que su pasión por el deporte había sido apagada tras las tragedias personales que lo marcaron profundamente, como la pérdida de su madre, su novia y su hermana en un accidente automovilístico. En su momento, incluso admitió que veía al básquet como un trabajo y que no tenía interés en regresar a la selección nacional.
El punto de inflexión se produjo cuando Herrmann, empujado por amigos cercanos y excompañeros como Guillermo Andreani y Gonzalo Bogado, decidió pedir el pase internacional para volver a jugar en el equipo amateur de su ciudad, el Club Ciudad de Venado Tuerto. Este equipo que hasta contaba con una escuelita de básquet que llevaba el nombre de Herrmann.
Herrmann volvió al ámbito profesional años más tarde con un par de amistosos de Selección al hombro tomó la gran decisión. En 2013, Atenas de Córdoba lo convenció de jugar una temporada en la Liga Nacional, donde brilló con un promedio de 22.3 puntos y 7.1 rebotes por partido, liderando la liga en anotación y siendo el MVP de la temporada regular. Un regreso triunfal, reconstruyendo sus pasos previos a su aventura internacional, primero Venado Tuerto y luego Córdoba.
En 2014, año en el que incluso jugó el Mundial con Argentina, se trasladó a Brasil para jugar con Flamengo, coincidió con Laprovittola y conquistó hasta la Copa Intercontinental. En 2015, regresó a Argentina para ser parte de un proyecto ambicioso con San Lorenzo de Almagro, donde no solo fue campeón de la Liga Nacional, sino que fue elegido MVP de las finales. Este éxito lo consolidó como uno de los jugadores más importantes de la liga y cerró su carrera en lo más alto. Finalmente, en 2016, fichó por Obras y en la 2018-19 tuvo su última aventura en el club donde todo comenzó, o recomenzó: Atenas de Córdoba.
En el Griego se retiró registrando 11 puntos por partido en 34 encuentros. Altísima influencia hasta el final. Walter Herrmann no solo regresó al básquetbol, sino que demostró que, aun tras el retiro y los golpes más duros de la vida, su talento y pasión nunca dejaron de brillar. Desde su vuelta por placer hasta su éxito en equipos de primer nivel, su carrera refleja la capacidad de reinventarse y seguir adelante, sin importar las adversidades.

 


Fuente: Basquet Plus