Juan Scataglini fue imputado junto a otros reclusos de la Unidad Penitenciaria N°16 por la creación de cuentas falsas de adolescentes en redes sociales desde las que pedían imágenes íntimas a varones para luego exigirles dinero.
Cuatro reclusos que están alojados en el pabellón 2 de la Unidad Penitenciaria N°16, ubicada en el límite entre Rosario y Pérez, fueron acusados este martes por una serie de extorsiones bajo el mismo modus operandi: creaban perfiles falsos en Facebook de adolescentes, dialogaban con distintos usuarios y les pedían imágenes íntimas para luego exigirles dinero a cambio de no denunciarlos.
Los cuatro internos ya estaban condenados, y uno de ellos es conocido desde su etapa de adolescente: se trata de Juan Scataglini (32), quien fue mencionado a sus 14 años por haber participado en el crimen del tesorero de Camioneros, Abel Beroiz, cometido el 27 de noviembre de 2007 en un estacionamiento del centro de Rosario.
Según la imputación que impulsó el fiscal Ramiro González Raggio, Scataglini junto a sus compañeros de pabellón, Javier Abel Guzmán (26), Juan Carlos Di Franco (34) y David Nicolás Olivera (35), usaron las mismas nueve líneas telefónicas para crear las cuentas en la red social como para entablar conversaciones vía Whatsapp una vez que las víctimas habían entrado en confianza.
Para el fiscal, solo Scataglini llegó a usar diez líneas telefónicas. Además, ponderó que los cuatro internos hacían tareas de inteligencia antes de iniciar diálogos con las potenciales víctimas, y contaban también con la connivencia de las parejas de Olivera y de Guzmán para recibir en sus cuentas bancarias el dinero de las intimidaciones.
El delincuente protagonizó en varias oportunidades las crónicas policiales de Rosario y Venado Tuerto. La primera fue por haber participado en el crimen del venadense Beroiz en el estacionamiento de la Plaza Montenegro, en pleno centro de Rosario. También por haberse fugado de la comisaría 15 de la zona sur de la ciudad y luego haber sido recapturado mientras asaltaba a punta de cuchillo un minimarket de Pellegrini al 1400, donde había sustraído una cerveza y dinero en efectivo.
Scataglini, no obstante, ahora estaba condenado. El 19 de diciembre de 2016, el Tribunal Oral Federal N° 2 le dio 7 años y 6 meses de prisión por venta de droga al menudeo. Luego, otros jueces le aplicaron 3 años y 5 meses por una tentativa de robo calificado cometida el 19 de septiembre de 2019, por lo que su pena quedó unificada en 10 años y 11 meses –ese monto también abarcaba a una vieja causa de menores por robo–.
De acuerdo a la acusación de este martes, la forma de extorsionar del delincuente y sus compañeros de pabellón estaba dividida en varias partes:
*La primera era el contacto inicial, diálogo, entre los reclusos –a través de los perfiles falsos– con las víctimas. Ya transcurrido un tiempo, la charla se mudaba a Whatsapp o continuaba en la red social, y ya había intercambio de imágenes, donde los presos mandaban fotos de adolescentes desnudas a cambio de recibir las de los usuarios con quienes hablaban.
*Una vez que ocurría eso, se pasaba a la última etapa: la intimidación. Las extorsiones se hacían de dos maneras diferentes.
*En una, el preso decía ser el papá de la adolescente con la que el hombre había intercambiado imágenes íntimas, le reprochaba que había cometido un delito –señalaban hasta la escala penal que podían afrontar en caso de una condena– y después le pedía dinero por transferencia para no publicar el chat o sus fotos privadas. En algunos casos, decían que además de ser el padre de la menor, eran allegados a Los Monos, o precisamente a su líder Ariel Máximo “Guille” Cantero.
*La otra forma era, siguiendo la charla como si fuese la menor o su padre, solicitaban plata a cambio de reparar el daño del celular que habían usado para hablar con los usuarios, ya que supuestamente sus familiares al enterarse de la conversación con un mayor se lo habían roto. Fue el relato que menos prosperó, según contó el fiscal.
El juez Gonzalo Fernández Bussy le dio prisión preventiva efectiva por el plazo de ley para todos los acusados, hizo lugar a que sean aislados, que no compartan pabellón y que sus visitas sean restringidas.
La resolución también frustró la situación judicial de dos de los imputados. Javier Abel Guzmán purga una condena a 14 años de prisión por dos homicidios y un robo calificado que cometió cuando era menor. En agosto pasado ya había solicitado su libertad condicional, que aún no había sido otorgada.
En tanto, David Olivera tenía una pena unificada en 11 años y 2 meses por extorsión agravada, portación ilegítima de arma de fuego y robo calificado, que vencía el 18 de diciembre de 2025.
Por Agustín Lago - Infobae