Un fallo del Tribunal Oral Federal de Santa Fe condenó a una pareja oriunda de la localidad de Josefina, Santa Fe. que fue procesada por una causa que los investigó por esclavizar a un adolescente durante cuatro años.
Se trata de Maricel Bernardita Román y de Víctor Raúl Bustamante, sobre quienes ya pesa una condena anterior resuelta en la Justicia provincial, también por el mismo delito.
La reciente condena fue resuelta por el juez Luciano Lauría, quien homologó un juicio abreviado que alcanzaron el fiscal general, Marín Suárez Faisal y la defensa particular de los imputados, a cargo de Germán Verna.
La denuncia agregó que al joven lo hacían trabajar en el tambo desde las 2 de la madrugada hasta las 20.30 horas aproximadamente, y que no tenía francos ni descansos.
En algunas ocasiones hacía sus tareas descalzo y semidesnudo a pesar de las bajas temperaturas del invierno. Además no le daban de comer la mayoría de los días, y lo amenazaban para que no se fuera a lo de su madre ya que le hablaban mal de ella y de la forma en que habían sido concebido.
El 11 de septiembre, la policía allanó el “Campo Tacite” y detuvo a Román y Bustamante y los puso a disposición del juez federal de Rafaela. El 7 de octubre de 2019 fueron procesados como presuntos coautores del delito de trata de personas con fines de explotación laboral, en la modalidad de acogimiento, de la víctima y por haber mediado abuso de la situación de vulnerabilidad, amenaza y violencia contra la misma, por ser la víctima menor de edad y por haberse consumado su explotación, y en el caso de la nombrada también agravado por ser ascendiente.
“Lo hacían trabajar sin parar, sin descanso”, dijo un testigo que declaró en la causa.
El trato fue tan infrahumano que la pareja jamás llevó al medio al adolescente el cual padecía de una infección en sus orejas producto de una pediculosis recurrente, como así también cortes en sus muñecas por manipular alambres.
Además de ello, no se comunicaba ni vinculaba con personas ajenas al predio, no concurría a la escuela, no tenía vínculos de amistad, ni tampoco con su madre y hermanos, y sólo en sus ratos libres jugaba a la pelota o bocha con su primo. El resto del tiempo se la pasaba esclavizado.