El sol brillaba en el Autódromo de Rosario. Se corría la fecha coronación de las Categorías Agrupadas Federadas. Era una mañana de domingo ideal que abría diciembre en el Juan Manuel Fangio. Y lo fue aún más cuando todos lo vieron llegar: el piloto Javier Zabica volvía a las pistas después de estar casi dos años sin competir, a raíz de un accidente vial que lo obligó a bajarse de los autos al perder la movilidad de sus piernas.
La pasión de Javier por los fierros nació en las calles del pequeño pueblo de Chovet, que cuenta con tal solo 2.383 habitantes según indicó el último censo realizado en el país y que está ubicado entre las localidades de Firmat y Venado Tuerto. Como toda su familia está vinculada al automovilismo, a los 15 años se subió a su primer vehículo de competición y a los 18 ya participaba oficialmente. Desde ese entonces, nunca se había alejado del volante, hasta el trágico 31 de marzo del 2018.
"Habíamos corrido la primera carrera del año del Turismo Agrupado Clase 2 una semana antes en Rosario y yo había ganado. El fin de semana siguiente nos fuimos de vacaciones unos días a Córdoba a andar en moto, aprovechando los feriados de Pascuas. Y ahí tuve el accidente", narró Zabica en diálogo con CLG.
El piloto, a bordo de su moto, chocó de frente contra un auto e impactó su cabeza contra el parabrisas del vehículo. "Me estalló la tercera vertebra dorsal, lo que me produjo un aplastamiento en la médula espinal que fue lo que me dejó sin movilidad del pecho para abajo", explicó.
Javier pasó un mes internado en terapia intensiva y luego estuvo otros tres meses en Córdoba en una clínica de rehabilitación. "Al principio fue todo muy complicado", reconoció, y comentó que recién comenzó a sentirse mejor cuando pudo volver a su pueblo y recibir la contención de sus seres más cercanos.
Entrado el 2019, su papá y su hermano comenzaron a pensar de qué manera el piloto de Chovet podía volver a competir. Si bien Javier se mostraba un poco negativo, su entorno lo fue convenciendo y empezaron a consultar con el técnico de las Categorías Agrupadas para tratar de modificar su vehículo, siempre estando dentro del reglamento.
La familia desarrolló un sistema de tres aros de volantes donde Javier acciona todas las funciones necesarias de un vehículo desde allí. "El del medio es el normal, que se usa para manejar. Por detrás tiene otro aro más fino que funciona como acelerador al traccionarlo hacia atrás. En el frente hay un aro mas chico que sirve para frenar con los dos dedos gordos de las manos", detalló Zabica.
Con el prototipo ya finalizado, sólo bastaba esperar la próxima carrera. Y casualmente fue en el Autódromo de Rosario, el mismo lugar donde había corrido por última vez.
Así, Zabica volvió a competir oficialmente en la última carrera del año casi dos años después del duro accidente que le tocó atravesar. Y ahora ya piensa en el próximo objetivo: comenzar el 2020 desde cero y apuntar a lograr el campeonato.
El piloto, que a la vez trabaja en una fábrica de aberturas de aluminio junto con su hermano, sigue rehabilitándose todas las mañanas en Firmat, dado que por la patología que le quedó en la médula necesita estar en continuo movimiento para prevenir otras lesiones. "También lo hago para sentirme mejor", expresó.
A poco de cumplir 43 años, Javier reconoció que a partir de lo sucedido le cambió totalmente la perspectiva de la vida: "Al principio renegaba siempre de que no iba poder hacer nada de lo que me gusta, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que de manera diferente o adaptada podés hacer casi todo".
Además, remarcó lo que significa el automovilismo para él y su entorno: "Te genera motivos para seguir para adelante y sacar los pensamientos negativos, es el motor que como familia nos hace avanzar".
"El mensaje es que nunca hay que bajar los brazos y siempre hay que apoyarse en la familia y los amigos, que son los que te bancan y los que te empujan", concluyó Zabica.


Por Matías Gregorio - CLG Noticias con la gente